El trabajo en la huerta les proporcionaba no solo el alimento que necesitaban, si no las plantas medicinales que surtían al monje boticario de los elementos con los que componer bálsamos, ungüentos o emplastos que ponían a disposición de su gente.

No olvidemos que en el monasterio existía una compañía de soldados conviviendo con los monjes y que la presencia de un médico, un cirujano y un boticario era fundamental. Además, también atendían a un goteo constante de peregrinos, al estar situados en el Camino Portugués por la Costa a Santiago, que llegaban habitualmente con infecciones o dolencias.

Juan Ozores “eL BOTICARIO”

En 1622 el Abad Cristóbal López contrata a Juan Ozores, vecino de La Guardia y de profesión boticario. Los monjes se comprometen a dar vivienda y ración diaria a este, poniendo a su disposición un monje para que le ayude.

El boticario residirá en una vivienda en el monasterio, atendiendo al despacho y hechura de las mezclas y medicinas, sin poder ausentarse, excepto con licencia expresa del padre Abad. El monasterio pone a su disposición todo lo necesario para la botica y le facilitará caballería y acompañante si por su oficio tuviera que salir.

Fuente: Tumbo del Real Mosteiro de Oia

La huerta, de una extensión aproximada de unos 4.000 m2, se sitúa detrás del monasterio y en la actualidad conserva su fisionomía original, escalonada en bancales con un sendero en el centro que permite el acceso a cada uno de ellos.